EL CURA Y SU PENITENCIA
Un cura que dice misa / en la iglesia del pastor,
se enamoró de una niña / desde que la bautizó.
Mientras sus padres vivieron / no la pudo lograr, no;
desque sus padres murieron, / huerfanita se quedó.
Pasó por allí el mal cura / pasó por allí el traidor:
-Vente conmigo, Pepita; / Pepita, del corazón.
La ha agarrado de la mano, / a su casa la llevó
La puso la mano al pecho, / y el cuerpo muerto quedó.
-Vecinos, los mis vecinos, / si teneis buen corazón
sacadme de aqui esta niña / donde no la vea Dios.
A la mañana siguiente / a decir misa marchó
Y al tiempo de alzar el cáliz, / del cielo bajó una voz:
-Detente, traidor, detente; / detente, padre traidor,
que no puedes decir misa / ni consagrar al Señor.
A la mañana siguiente / para Roma se marchó
A que le confiese el papa / y le heche la absolución.
Que le arrastres cuatro potros / desde Roma hasta Aragón
Esa es poca penitenca / más grande la quiero yo
Que te suban a una torre / y te pongan por reloj
Esa es poca penitenca / más grande la quiero yo
Que te metan en un horno / hasta que te hagas carbón
Como era una niña santa / esa me merezco yo.